sábado, 17 de julio de 2010

Sobre la crisis del papel y el futuro editorial


Llevo un poco más de 3 años trabajando como diseñador. Y en ese tiempo siempre me he dedicado a un area de la cual soy un asérrimo defensor: el diseño editorial y el trabajo de imprenta. Durante mis años de estudio en la Chile se dieron una serie de factores que me ligaron estrechamente al diseño de información en papel más que en la plataforma digital. Aún cuando en paralelo ya se hacía explícito que Internet afectaba de sobremanera la continuidad de la industria.

Y claramente: los contenidos lograron democratizarse aun más; el feedback permitía conectar y conocer aun más a los lectores/usurios; la actualización en tiempo real de la información y asi sumando y sumando una serie de buenos (si... digámoslo: buenos) factores que respondían en forma natural a la línea de la comunicación en estos tiempos. Factores que de pasadita impactaron a la industria editorial en cuanto cada vez menos la gente recurre al ritual de hojear, de tomar el objeto/libro/revista/diari
o y leerlo. Muchas revistas del mundo cerraron y las subscripciones son cada vez más la estrategia preferida para asegurar al nicho.

Nunca me cuestioné demasiado esta realidad. Siempre me vi usando InDesign eternamente, creando estas publicaciones de futuro incierto. También quizas porque gran parte de los encargos que realizamos en la agencia son para instituciones, con presupuestos asignados y un tiraje mediano pero seguro. Quizas si de mi trabajo dependiera una revista que se cuelga en los kioscos sentiría más en los huesos este análisis.

Pero no por eso hay que hacer la vista gorda. También porque hay otro factor de por medio: el sustrato, nuestro papiro salvador, proviene de una fuente natural que hoy por hoy necesita de una atención mundial a nivel medioambiental. La tala indiscriminada, las cada vez menos zonas protegidas y el contexto político en el cual los arbolitos están hoy situados hacen que debamos considerar con mayor atención al sustrato. Un ejemplo: compren El Mercurio este domingo y verán que la mitad del diario no se lee... se desecha.

Pero como dije al comienzo: soy un diseñador romántico. Defiendo siempre el ejercicio editorial. Hago porras con plumeros y con coraje a la industria cultural más antigua de la humanidad. Y es por eso que asumo este complejo camino para mantenerlo.

Y en ello, las palabras de Felipe Taborda me animaron profundamente. Porque tengo la suerte de estar haciendo un diplomado en Editorial y Comunicación (con el alto auspicio de mi bolsillo y gentileza SENCE... XD!) y en donde el brasileño Felipe Taborda, destacado diseñador, planteó este contexto, brindando sencillas soluciones y palabras justas desde su experiencia. Un gayo sencillo, muy simpático y prendido como él solo (quedamos de ir con el curso al Liguria antes de que se vaya a Rio), que puso en el tapete la labor del diseño en este camino.

Y la respuesta que se extrajo proviene no precisamente del diseño, sino de algo anterior. Porque efectivamente: podemos ser muy buenos diseñadores; podemos hacer las infografías más premiadas y las ilustraciones más bacanes; podemos dividir nuestra página maestra en la grilla más moderna y util del universo. Pero si el CONTENIDO no prende, estamos sonados.

Porque a estas alturas nosotros los diseñadores tenemos la posibilidad (o la responsabilidad) de participar también en los contenidos, tenemos en mayor o menor medida importantes opiniones en torno a la linea editorial de nuestras publicaciones y, en el mejor de los casos, generar contenido, proponer la mirada y finalmente, plasmarla en diseño. Cuando vemos esta ventana, nos damos cuenta que si hacemos la labor de encontrar contenidos para nichos nuevos o renovar aquellos que ya están, el diseño de por sí se sustenta.

Los buenos diseños son inútiles si respaldan malos contenidos; pero los buenos contenidos se mantienen incluso con malos diseños.

La ecuación parece funcionar dentro de su sencillez. Claramente no es fácil, pero aqui los diseñadores tenemos no una pega "extra", sino una pega intrínseca, propia, presente que realizar: la de responder al feedback de nuestros lectores/usuarios; la de descubrir nichos; la de proponer discursos y puntos de vista. Mi vieja dice "siempre hay un roto para un descosido". En su defecto, siempre tendremos a alguien que se interese por un contenido en particular. Sólo debemos descubrir quienes son aquellos "descosidos" que puedan generar un buen nicho y que se apasionen no con nuestro diseño, sino que por nuestro contenido.

Y sé que sonará cliché, pero sé que ninguno se imagina en un cubículo trabajando de corbata en una compañia telefónica. Nadie debería trabajar en lo que no le gusta o en lo que no cree. Por eso, es necesario que nosotros mismos creamos en nuestros contenidos, en nuestras líneas editoriales y en nuestros discursos. Sólo así nuestro diseño util y bonito tendrá sentido y el futuro de la industria editorial podrá dormir tranquila todas las noches.